martes, 29 de junio de 2010

7 -

Pero se pasaba tan rápido, que a veces sentía que no podía manejarlo.
Ella veía que se le escapaba, como cuando en la playa, agarraba un puñado de arena, y lo soltaba. Lentamente cada granito volvía a dónde pertenecía, y por más que sabía que podía volverlo a agarrar cuando quisiera, simplemente lo dejaba ir. ¡Era como un reloj de arena!
Una tristeza le inundaba el alma. Y ya no podía ir contra la corriente, o mejor dicho, contra las lágrimas. Así que por un momento se dejó llevar, y se echó a llorar. Lloró quién sabe por cuánto tiempo... Pueden haber sido segundos, minutos, o quizás horas. A ella solo le importaba llorar, y renovarse. Quería volver a empezar, volver a encontrar el punto de salida, para llegar a quién sabe dónde. El tema era no estancarse. No quería quedarse parada en algún punto ciego que la volviera ciega. Aunque ya lo estaba, ¿no? Ya estaba ciega, y desde hacía rato.
No sé si es como todos dicen, que el amor le había puesto una venda en los ojos. Uno no se deja anular la visión, a menos que no quiera ver. Y ella se moría por ver, aunque no sabía bien qué era lo que quería que sus ojos vieran.
Si había algo que recordaba de memoria, eran las teclas de su teclado, las letras de las canciones que tanto le gustaba escuchar, quizás para sentirse viva, o quizás para sentirse a cada segundo un poquito más muerta. Qué ironía, ¿no? Escuchar música que no hace más que entristecer, y que sin embargo, podía hacerla sentir viva.
En más de una ocasión dijo que cuando sufría, era cuando más viva se llegaba a sentir. Ella siempre supo, aunque suene pesimista, que no iba a poder ser feliz por mucho tiempo.
Sin duda fue feliz, ¿eh? nadie dice lo contrario. Pero así como lo fue, ya no lo es más. Ahora le resulta difícil encontrar motivos, pero no es imposible. Ya va a encontrar razones para volver a sonreír.
Ella sabe que esos granitos de arena le pertenecen al mar. Y también sabe que va a volver a ser feliz cuando alguien, quienquiera que sea, le conteste una sola pregunta.
¿A quién le pertenece el tiempo?

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