domingo, 27 de junio de 2010

5 -

Preguntarse hasta cuándo, terminaba siendo bastante estúpido. Nunca tuvo noción del tiempo; apenas sabía en qué mes estaba. (Saber el día era mucho pedir)
Sin embargo, el tiempo era lo único que conservaba. De repente, era su mejor compañía, su mejor amigo, su mejor familia... su media mitad.
Era bastante escurridizo. Se paseaba entre las sábanas, se perdía entre las calles, se mojaba con la lluvia, y se entrometía en los sueños. Era parte de todo, y de toda su vida.
Toda su vida... había empezado cuando conoció esos ojos color cielo. Todas las noches, antes de dormir, se preguntaba lo mismo: "¿Qué esconderán esos ojos y quién me contará el secreto?". Obviamente, su pregunta jamás tenía una respuesta. Pero no le importaba. Le gustaba el misterio.
Muchas veces sentía que sus ojos se opacaban al lado de los que eran color cielo. Ella los contemplaba plácidamente. No había nada que disfrutara más que mirarlos. No había nada que la hipnotizara más. Y cuando los miraba, siempre escuchaba una música de fondo, una melodía triste, pero bonita. Eso era una voz. Una voz que para ella no era más que música.
Y esa música en conjunto con el cielo, empañaban sus ojos. Pero no le permitían llorar.
La música escupía palabras que mataban, y esos ojos, no dejaban de llorar.
¡Cuanto lamentaba verlos llorar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario