martes, 26 de octubre de 2010

25

El colectivo iba a velocidad normal, pero mi corazón apróximadamente iba a unos 200 kilómetros por hora. No sé a dónde quería llegar tan rápido, pero yo no le decía nada. Suponía que sabía lo que hacía, porque a veces confío ciegamente en él (y esta era una de esas veces).
Mientras tanto mis ojos jugaban a contar las personas que iban de pie, y aquellas que como yo, iban cómodamente sentadas. Mis oídos trataban de entender lo que las canciones querían decir, pero se quedaron en una frase que decía algo como "y te di la llave de la ciudad de mis antojos la mañana que no tuve más nada que perder". Y de ahí en adelante, mi viaje quedó en stand by.

El tiempo pasaba como quién dice rápido, pero yo me sentía en cámara lenta. Estaba tranquila, y los ruidos y las voces en mi cabeza ya no me asustaban. Todo estaba teniendo color, y ya no me sentía protagonista de una película de Charles Chaplin.
Las palabras si bien no me enmudecían, no necesitaban salir de mi boca (o al menos yo no necesitaba decirlas). Me bastaba caminar, imaginarte, pensarte, desearte, extrañarte, caminar, y detestarte, y caminar. Pero no me bastaba tenerte tan lejos hasta el punto de no tenerte.
Me sabías amarga, agria, salada, pero no dulce. Tu sabor era una mezcla de sensaciones que me llevaba a otra realidad, que me transportaba a otro mundo al que suelen llamar Soledad.

1 comentario:

  1. Hola

    Me llamo Mia, soy administradora de un directorio web/blog. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello, me encantaría contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren también en su web.

    Si estás de acuerdo. Házmelo saber.

    Suerte con tu web!
    mia.rodriguez.soto@hotmail.com

    ResponderEliminar