Cuando el no ser queda en suspenso
se abre la vida, ese paréntesis
con un vagido universal de hambre.
Somos hambrientos desde el vamos
y lo seremos hasta el vámonos.
Después de mucho descubrir
y brevemente amar y acostumbrarnos
a la fallida eternidad.
La vida se clausura en vida,
la vida, ese paréntesis
también se cierra, incurre,
en un vagido uiniversal.
El último.
Y entonces, sólo entonces,
el no ser sigue para siempre.
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