
- ¿Estás bien, Taylor?
- No exactamente.
- ¿Qué pasa?
- No sé. Me siento tan aislado del mundo. Ya no me identifico con el mundo.
- ¿Conoces la canción de Mahler: "He perdido la pista del mundo"?
- No.
- Es una de las canciones más hermosas y tristes que se han escrito. Casi puedo oírla. (Se oye música a lo lejos, apenas perceptible)
- ¿La oyes?
- Ya se alejó.
- ¿Pero la oíste?
- Eso creo.
- Resonaba en todo el edificio.
- ¿Dónde estamos?
- En el arsenal, Taylor.
- " El arsenal, Taylor." Suena tan serio y laborioso. "El arsenal." Nikola Tesla percibía la tierra como un conductor de resonancia acústica.
- No tengo idea de lo que hablas.
- ¿Puedes explicármelo?
- No, no exactamente.
- Ya sé. Pretendamos que este café es champaña.
- ¿Por qué haríamos eso?
- Bueno, para celebrar la vida.
- Tú sabes, como lo hace la gente rica y elegante. La gente con clase.
- Prefiero el café. El café de un hombre sencillo y trabajador.
- Eres tan pueblerino, Bill.
- ¿Sabes cuál es tu problema?
- ¿Cuál?
- No tienes entusiasmo por la vida.
- ¿No?
- No. Además, este café es terrible.
- Tienes razón. En verdad es malo.
- Malísimo.
- Propongo un brindis.
- ¿Por qué brindaremos?
- Por París en los '20. Josephine Baker, el Moulin Rouge.
- ¿Qué es? Muy bien.
- Y también por Nueva York en los '70. A finales de los '70.
- ¿En verdad? De acuerdo.
- Salud.
- Delicioso, ¿no?
- Champaña: el néctar de los dioses.
- ¿Eso es todo lo que almorzarás, café y un cigarrillo? No es muy saludable.
- Ya almorzamos antes.
- ¿Lo hicimos?
- Estamos descansando, un descanso de café.
- Qué deprimente.
- ¿Cuánto dura nuestro descanso?
- 10 minutos, y ya casi se acaba.
- Di que no es verdad... ¿Y?
- ¿Qué?
- Te pedí que dijeras que no es verdad.
- ¿Decir que no es verdad qué?
- Olvídalo.
- De cualquier modo, debo tomar una siesta. Así que llámame cuando termine el descanso.
- Bueno, tienes dos minutos o menos para tu siesta.
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