viernes, 28 de agosto de 2009

Hoy el tiempo es testigo de lo que siento,
y verdugo de lo que dejé de sentir.
Hoy mi corazón me condena a quererte y a necesitarte,
y eso es algo que no tengo ni pensado impedir.
Hoy mis manos me interrogan preguntando por las tuyas,
y la respuesta que escuchan es que las busquen, que están prófugas por ahí.
Hoy mis ojos son jueces de lo que ven en tu persona,
y me consideran culpable a cumplir con la sentencia de ser feliz.
Y tanto ayer como hoy, mis labios siguen esperando una libertad,
que no sea condicional, para encontrarse con los tuyos,
y así poder confirmarle y gritarle al resto del mundo,
que valió y vale la pena, haber estado y estar presa, por este amor.

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