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Es parecido a un juego de niños. Tal cómo saltar la soga, o como jugar a las escondidas. Pero éste trata de dos seres, a veces infantiles, otras tantas adultos, y otras simplemente son intermedios. Y los únicos jugadores, son dos corazones que se encontraron y se hicieron amigos, sin siquiera esperarlo. ¡Es asombroso ver sus sonrisas cuando juegan a quererse! Cuando juegan a caminar juntos de la manito, cuando sus miradas se cruzan y se entienden, sin necesidad de emitir sonido alguno, o cuando el sólo hecho de estar juntos los hace felices. Sí, ellos sufren, pero también son felices. Y descubrieron, que hay muchos más motivos para sonreír, que para derramar una lágrima, o muchas, en su defecto. Son partícipes de un juego arriesgado también, que ellos mismos titularon con la pregunta: “¿Nos enamoramos?”.

Los corazones, muchas veces son descuidados, o no se les presta la debida atención que merecen. Sin embargo, hay excepciones, en las cuáles suelen cuidarse, respetarse y quererse. ¡Cómo es el caso de estos dos amigos! Se quieren de una manera inexplicable, comparten su tiempo, sus alegrías y tristezas, y más de miles de palabras, aunque a veces no sean del todo necesarias. Y cuando se los ve caminar, tomados de la mano, es una imagen para recordar por el resto de la vida. Irradian amor, por doquier, sin importar qué, cuándo y dónde. Veamos, esas son demasiadas preguntas para hacerle al amor, demasiadas. Les gusta la espontaneidad, les gustan los riesgos, y aparentemente, les gusta jugar. Estos corazones, encontraron el camino que los unía, y ahora no quieren despegarse, ni soltarse ni despedirse.

Es como una genial y perfecta combinación: ♥ + ♥ = ♥