lunes, 1 de noviembre de 2010

Otro vaso y me voy, ja.

Me siento frente a una mesa en la cuál no hay nada más que una hoja en blanco, una pluma sin tinta, y un corazón sin color. Depende del punto de vista del cuál se vea, es bueno y malo, ¿no? De repente hay probabilidades, posibilidades (aunque ese de repente viene desde hace rato). Si lo vemos del lado del vaso medio vacío, únicamente veríamos que una hoja en blanco es triste, que una pluma sin tinta no sirve para nada, y que un corazón sin color es indicio de que está muerto. Pero viendo el vaso medio lleno, podríamos observar que una hoja en blanco significa poder escribir de nuevo, que una pluma sin tinta da la pauta de que hay que comprar otra, y un corazón sin color quiere decir que quiere que sea pintado nuevamente.
Las cosas no siempre son tan malas como parecen, y no pasa por ser optimista, es la verdad. Uno siempre se acostumbra a ver lo malo por una razón muy simple: es más fácil.
En pocas palabras, es más fácil decir "tengo un problema" que buscarle una solución. Nadie quiere buscar soluciones, por miedo a no encontrarlas.
¿Pero qué pasaría si encontrar soluciones, de un momento para otro, fuera más fácil que decir "tengo un problema"?

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