viernes, 1 de enero de 2010

Camino a casa -

Era una noche normal, un poco de lluvia molesta, pero dentro de todo normal. Y yo caminaba, sola, buscando un taxi para volver a mi casa, después de un largo día, que quería que terminara conmigo dentro de mi cama, tapada hasta la cabeza, consolidando el sueño. Pero no encontraba ningún medio de transporte, y el bondi no pasaba. Así que me senté, en el hall de un apartamento, a esperar que un taxi se dignara a frenar en la puerta, para yo subirme. (Vale aclarar que fueron largas las horas que estuve sentada, esperando).
Mi cabeza daba miles de vueltas, y por lo tanto, las preguntas que habitaban en mi no tenían respuesta. Estaba desconcertada, empapada, enojada y sentada; más no podía pedir. De repente, un auto negro y amarillo frena y estaciona, en la puerta del apartamento en el que yo estaba esperando, y me di cuenta de que era un fucking taxi, así que me subí, sin dar lugar a que alguien más lo tomara por mi.
El taxista era un tipo joven, tendría unos veinti largos, y un cutis cuidado. Su apariencia me había dado una especie de tranquilidad, vaya Dios a saber por qué. Así que subí, tranquila, y le dije la dirección de mi casa: primer tema de conversación, que desencadena otro casi siempre. Y el desencadenante fue el siguiente:
- Un poco de lluvia, ¿no?
- Jaja, un poquito nomás. Espero que no lo digas por mi ropa toda mojada...
- Sí, lo decía por eso. Si no, era imposible que me diera cuenta. (sonríe, mirando por el espejo retrovisor)
- Claro, las gotas en tu parabrisas, no son indicio de lluvia, ¿no?
- Jaja, en fin, está lloviendo... Me gusta la lluvia, de todas formas.
- Sí, a mi también me gusta, por no decir que me encanta... Pero duele un poco, cuando trae recuerdos...
- Uh... ¿mal de amores?
- Ah, pero vos además de taxista, sos vidente jaja. No sé si llamarlo "mal de amores", pero si "problemas de amor".
- Jaja, son situaciones predescibles, bonita. ¿Problemas de amor?
- Ajam.
- ¿Y son problemas con solución o sin solución?
- No, soluciones hay, siempre. El tema es querer llevarlas a la práctica, o poder implementarlas para uno mismo. Es como los consejos ... siempre sabemos aconsejar a los demás, pero nunca a nosotros mismos.
- Sí, es tal cuál como vos decís... Pero siendo tan inteligente, y teniendo las respuestas que necesitas, no entiendo como podes tener problemas de amor.
- La inteligencia, muchas veces, no soluciona nada. Y las respuestas, otras tantas veces, te las guardas en el bolsillo, porque sirven para hacer bulto nomás. Yo sé lo que tengo que hacer, el tema es que tengo miedo de hacerlo...
- Y si... es difícil arriesgarse a sufrir una vez más, ¿no?
- ¡Tal cuál! Exactamente. Es difícil arriesgarse a sufrir... pero creo que también, más difícil, es arriesgarse a ganar. Muchas veces no tenemos miedo a perder, sino miedo a ganar. Yo aposté, sabiendo que ambas posibilidades estaban abiertas. Es sólo que esta vez, estaba confiada en que iba a ganar, y no pensé que terminaría perdiendo...
- Y cuando perdiste... ¿no ganaste nada?
- Sí, lo único que gané fue tiempo.
- ¿Tiempo? El tiempo no existe.
- Ja, yo decía lo mismo. Para mi el tiempo no existía, sino que lo hacía yo. Y mirame ahora...
- ¿Qué me vas a decir? ¿Qué lo único que te queda es tiempo?
- Sí, exactamente eso te iba a decir...
- ¿Realmente crees que lo único que te queda es tiempo?
- Sí, lo creo. Porque todo lo demás, todo lo que podía hacer, terminé por no hacerlo. Sea por miedo, o por lo que sea, no pude, no me salió.
- Entiendo... Y decime, ¿en qué vas a usar el tiempo?
- En esperar.
- ¿Qué? ¿Qué vas a esperar?
- Que las cosas cambien.
- Para mi el tiempo, deberías usarlo, en ir a buscarla.
- ¿Eh? ¿Cómo sabes...?
- Eso, verdaderamente, no importa.
- No puedo ir a buscarla, al menos no por ahora.
- Está bien, tomate tu tiempo. Pero no te olvides, que tus tiempos, no son los mismos que los de los demás...
- ¿A qué te referís?
- Que tu tiempo, puede hacer, que la pierdas...
- Eso no lo hace mi tiempo, eso lo hago yo. Mano derecha, la casa de rejas negras, por favor...
- $22, 80, señorita.
- Servite...
- Gracias, que tengas muy buenos días...
- Igualmente, hasta luego.
Me bajé del taxi, abrí la puerta de la reja, después la de mi casa, y me senté a pensar. Y llegué a una breve conclusión:
"Lo único que yo quería era que me trajeran a casa".

No hay comentarios:

Publicar un comentario