lunes, 25 de enero de 2010

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Yo escribía. Mis "instantes de felicidad", eran cuando en una mano sostenía una lapicera o un lápiz, y en la otra, un cuaderno. Hubo un tiempo en el que me pasaba horas y horas armando oraciones, que después, resultaban ser un texto, un cuento o una poesía. Tener mis útiles para escribir, me hacía feliz (poco conformista, ¿no?). Sin embargo, hoy en día cuando tengo un cuaderno y una lapicera a mi alcance, ya no pienso en escribir como antes. Ahora sólo pienso en encontrar un compañero o compañera para jugar al truco, y pasarme horas y horas, anotando cuadraditos que indiquen sólo dos cosas: vas ganando o vas perdiendo.
Siempre escribí sobre cosas mediocremente "lindas". El amor, la esperanza, las sonrisas, los sueños y bla bla bla. Me gustaba creer en esas cosas. Me encantaba pensar que el amor era perfecto, que la esperanza es lo último que se pierde, que las sonrisas son inigualables y jamás va a haber una que se parezca o asemeje a otra, y que soñar todavía no tenía precio y era lo único que no tenía el signo pesos como prioridad.
John Lennon diría: "you may say I'm a dreamer, but I'm not the only one".
Podré ser una soñadora, pero no soy la única.
No soy la única, ¿no?

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