lunes, 30 de noviembre de 2009

Quisiste escapar en el momento en que escupía las palabras. Quisiste hacer oídos sordos, pero no resultaba. Lo que estaba diciéndote, te estaba matando lentamente por dentro, y por fuera. Te estabas ahogando entre lágrimas que creías prohibidas, y no había manotazo de ahogado que pudieras dar. El dolor se estaba mezclando con la locura y el amor.
Por un momento te bloqueaste. Tu mirada estaba clavada en un punto fijo, y su mirada de todas formas te penetraba, te lastimaba. Cada segundo caías más abajo, estabas casi tocando la superficie del fondo de algo (o nada), cuando unas palabras que alcanzaste a escuchar te arrastraron a la realidad nuevamente. Pero no querías estar ahí, ni ahí, ni en ninguna parte. Querías estar sola, y lo estabas, pero querías estar más sola.
Tu mente, mientras tanto, rebobinaba en el tiempo que no existió ni existe.
Estabas divagando, delirando; estabas completamente perdida.
Perdiste tus ganas de vivir, y no sabes a dónde salir a buscarlas para encontrarlas. Las necesitas, te estás derrumbando, estás cayendo. Y eso no es lo peor. Lo peor es que no queres ir a buscarlas, no ahora.
La sonrisa frágil se quebró, te quebraste. ¿Y ahora?

No hay comentarios:

Publicar un comentario