miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hace rato que lo venía sintiendo, sintiendo más que pensando; pero como casi siempre hacía falta alguna coagulación exterior para que la informe y neblinosa madeja interna se agrumara de golpe y adquiriera sentido. En este caso el encuentro fortuito de elementos heterogéneos se me dio una mañana en una carnicería del Faubourg Saint-Denis, donde estaba eligiendo un salame, dos bifes tiernos y un paté, y mientras esperaba el paquete sentí que mi pie izquierdo marcaba un ritmo en las baldosas y tardé un segundo en descubrir que mi cuerpo obedecía a la música de ambiente que cada vez más reina en las tiendas para supuesto contento de empleados y clientes.
Si la música hubiera sido la habitual en estos casos (debe haber proveedores de cassettes especialmente destinadas a los supermercados y otras tiendas), la hubiera ignorado sin el menor esfuerzo, por aquello de no hay mejor sordo etc., pero mi pie se estaba moviendo con algo así como un reconocimiento profundo de algo personal, de algo querido, de Jazz me Blues desde la corneta de Bix, desde los Wolwerines impensablemente tocando Jazz me Blues en una carnicería parisiense. Cuando me di cuenta, porque del pie a la cabeza hubo un trecho de incredulidad, de maravillado absurdo, mucho de lo que había estado sintiendo en otros terrenos y en otros días cuajó de golpe y empezó a venir a la palabra. El amor de un argentino por Bix Beiderbecke y los bifes cerró el triángulo; casi enseguida (en el café de la esquina, hora tan propicia para el Cinzano de las once de la mañana, hora tan propicia para el Cinzano y el tabaco negro) todo eso viró a la literatura. Por primera vez vi claro en la madeja.

Valía la pena pensarlo bien y después, es decir ahora mismo, escribirlo.

1 comentario:

  1. Musica, fernet, tabaco, carne y literatura. Que mas? ah, si. VOS. Completa estoy. Te amo mi amor

    ResponderEliminar