martes, 9 de febrero de 2010

Tiempo.

Es increíble como un día de tanto sol, puede ser tan oscuro y frío. O como unas cuantas letras de unas cuantas canciones, pueden parecer escritas por y para vos.
Inevitablemente el día se hizo noche. Y estoy sola, y tengo miedo.
Inevitablemente sé cuándo te fuiste, pero no cuándo vas a volver (si es que lo haces).
Sinceramente, no creo que mi vida carezca de sentido por tu ausencia.
Pero sí creo, que yo carezco de sentido sin vos.
Todavía no estoy lista para conjugar en pasado el verbo amar.
Con vos siempre tuve otra manera de hablar, y recuerdo que ese verbo solamente aprendí a conjugarlo en dos tiempos: presente y futuro, hoy y mañana.
Ayer te tenía, todavía eras mía, todavía te sentía. Hoy ya no te tengo, siento que todavía sos mía, pero dudo de a quién perteneces. Hoy sólo siento una distancia, un quiebre, una ruptura, y una mueca de un adiós.
Soy tan poco que no soy nada. Pero con vos, era poco y me sentía todo.
Siempre cambiaste las cosas en mi, diste vuelta mi mundo con sólo una sonrisa.
Vos hacías que mi reloj dejara de andar. Vos me robabas el tiempo, y lo devolvías convirtiéndolo en maravilloso. Y por instantes, mi tiempo no tenía ni horas ni minutos, sino "te quiero's" y "te amo's" que esperaban ser dichos y escuchados.
Fuiste mi mejor logro, y más adelante (en realidad, desde un primer momento), mi octava maravilla del mundo.
Rompiste mis estructuras, me desequilibraste.
Me hiciste sentir viva otra vez.
Y ahora...
Ahora "ya está", ¿no?
Ahora ya está.

No hay comentarios:

Publicar un comentario