lunes, 18 de mayo de 2009

Manos.


Nos duele tanto separarnos porque nuestras almas están unidas. Es probable que siempre lo hayan estado y que siempre lo estén. Quizá hayamos vivido mil vidas antes que esta y nos hayamos encontrado en cada una de ellas. Y hasta es posible que en cada ocasión nos hayamos separado por los mismos motivos. Eso significa que este adiós es a un tiempo un adiós de diez mil años y un preludio de lo que vendrá. Cuando te miro, contemplo tu belleza y tu gracia y sé que han crecido con cada vida que has vivido. También sé que te he estado buscando durante todas mis vidas anteriores. No buscaba a alguien como tú, sino a ti, pues tu alma y la mía están destinadas a estar juntas. Y sin embargo, por razones que escapan a nuestro entendimiento, nos han obligado a despedirnos. Me gustaría decirte que todo se arreglará entre nosotros, y te prometo hacer lo que esté en mis manos para que así sea. Pero si no volvemos a vernos y esta es una verdadera despedida, sé que nos reencontraremos en otra vida. Volveremos a encontrarnos, y aunque las estrellas hayan cambiado, no nos amaremos sólo por esa vez, sino por todas las veces anteriores.


(Muchas veces, cuando uno mira hacia atrás se da cuenta de cómo todavía su mano se encuentra agarrada de otra mano que es aún más fuerte, que sin querer lo mantiene atado. Pero quizás ese lazo que no pudo ser cortado sea, contradictoria e inconscientemente, el motivo que nos sirve de motor, eso que nos da las ganas o las fuerzas para seguir adelante ... y yo no se, quizás todavía no esté lista para soltar esa mano que me espera en algún lugar y que pienso ir a salvar lo más rápido que pueda ...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario